Extraña(y preocupante)mente había adquirido esa tonta costumbre de hacer exactamente lo que hacían las otras personas. No era simplemente el seguir a la masa, sino que repetir (inconscientemente quizás) las acciones de la gente que le rodeaba. Llevaba su mano a su hombro casi en el instante en que veía a alguien haciendo lo mismo. Bostezaba al ver un bostezo. Estaba peligrosamente cerca de convertirse en un espejo. Al parecer la gente no se daba cuenta, acostumbrada a ver ese tipo de procesos. Pero él ya lo había empezado a notar. Le preocupaba sentirse cada vez mas rígido e imitador. En el momento en que comenzó a ser incontrolable trató de conseguir atención, pero ningún medico pudo decirle que tenía y, lo que es peor, le diagnosticaban males de los cuales no sufría. Él inventaba todo eso. Siguió vagando en busca de respuestas, sintiéndose cada vez más rígido y plano. Un buen día, salió, mas nunca volvió. Ahora está en la puerta derecha del hermoso closet de una viejecita...
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Ahora escucho: mamá - recuento de un día de compras
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