13.1.04

Dilatado, Una Odisea Ocular

Viernes, 10 am. Sabía que iba a ser un día movido, pero no sabia que iba a llegar hasta tal extremo. El crujir de la tela, el roce, y un sonido seco y sordo al caer los lentes le hicieron sospechar su error. Horror. La red de grietas en el cristal izquierdo de sus anteojos le permitía vislumbrar un futuro agrio y desesperante. Pero tenía mucho que hacer antes. Debía dirigirse raudamente a la universidad. Petronila (de ahora en adelante, Licenciada Petronila) daba su examen de grado. Hermenejildo no podía perderse tan magno evento. Agarró a su compañero de departamento (mas bien su arrendador) como lazarillo, y juntos se dirigieron raudamente a la universidad. Llegaron antes que todos, pero aun así, no había tiempo para hacer nada esperó. Al fin llegó Petronila, y después que ella, llegó todo el mundo. La nerviosa espera se alargo por casi una hora, pero al fin, Petronila salió con cara de cansancio a esperar su resultado. La llamaron. Al volver, su cara de cansancio había sido reemplazada por una radiante cara de triunfo. Había obtenido la nota máxima. Hermenejildo, ya aliviado por el éxito de Petronila se fue a buscar asistencia. “Uh, mira no podemos darte hora de urgencia, sino que hasta el miércoles, ya que la doctora atiende miércoles y viernes, y a esta hora ya es muy tarde” Fue la respuesta que recibió en el centro médico universitario. “Pero sabes que hay un centro oftalmológico cerca que te puede dar una hora pronto, si quieres te puedo conseguir una” Dicho y hecho, en un santiamén ya tenía hora para dentro de tres horas mas en el Centro Oftalmológico Profesor Con-Apellido-Alemán. Pero debía conseguirse dinero para ir. Media hora después se dirigía hacia el centro de la ciudad. En otro santiamén, luego de algunas truculencias varias, consiguió una considerable cantidad de dinero, la cual, sin embargo, no le alcanzaba para comprarse unos anteojos nuevos (al menos eso le decía su experiencia). Ahora debía dirigirse al oftalmólogo.

Optó por seguir la Ruta de las Ópticas con dicho fin. En su camino por esa exótica y mágica ruta, Hermenejildo se encontró con un personaje místico, extraño y exótico: un Promotor Cuma que le abrió un nuevo mundo “lleve sus cristales gratis por la compra de su armazón” “Tengo que ir al oculista todavía” le dijo Hermenejildo, no sin antes aceptar el exótico volante rojo que rezaba “Óptica Nombre-que-Quiere-Pasar-Por-Alemán: Casa matriz, Santiago – Sucursal: San Vicente de Tagua-Tagua”...

“Hmm no puede ser muy bueno” pensaba Hermenejildo en camino subterráneo hacia el oftalmólogo. Su nublada visión le hacia ver todo distinto. ”Tengo mucho aumento, así que debo estar fuera de la promoción”. Dificultosamente, llegó al centro médico, ubicado en la comuna de Providencia compró electrónicamente el bono de atención y esperó a que lo llamara el médico (quien curiosamente era su tocayo). En el intertanto, una enfermera lo llevó a hacerse macabros estudios, sus ojos fueron soplados para medir su presión y le entregaron papelitos numerados. Luego, el médico lo llamó. Estudios rutinarios, preguntas rutinarias. El resultado: su astigmatismo miope aumentó menos de un punto en cuatro años. “Mira te voy a hacer un examen retinal” lo sorprendió el médico “porque los miopes tienen tendencia a desprendimientos de retina, Te voy a dilatar la pupila para poder verte bien” “Ah ok” dijo Hermenejildo mientras el doctor ya se aprestaba a aplicarle las diabólicas gotas a sus ojos. “Vas a ver borroso un rato” el examen salió estupendo. “estás súper bien, pero nada de deportes de contacto, o sea, boxeo, tae kwon do, o lo que sea”... Hermenejildo se dirigió a la salida, donde se dio cuenta de que estaba dilatado. La tenue luz del lobby no lo dejaba ver. El salir a la calle le quemó las retinas. Mareado, inició su periplo. Con los ojos casi cerrados entraba a las ópticas para descansar del sol al menos. En la primera que entró, la Óptica Acrónimo, le hicieron un presupuesto asombrosamente alto, pero el cual ya esperaba. $120.000 Claro que la dependienta de la óptica le mostraba armazones de marcas Italianas y norteamericanas con apellidos pomposos y diseñadoriles, con valores (sólo por el marco) que superaban los $150.000. Pero aún así, ese era el mas barato. Luego se dirigió a la oficina de Magíster Heriberto, donde pasó un rato agradable, viendo antiguos capítulos de The Muppet Show y pechando juguito y cigarros. Agradecido, Hermenejildo se retiró una vez que vio que se le hacía tarde, cuando pensaba que su dilatación había cesado. Craso error. El sol lo cegó nuevamente. Así caminando con dificultad, ciego por su falta de lentes, ciego por el sol, se dirigió a otra óptica. “Uy, ¿que le paso a tus lentes?” era la pregunta típica que me hacia cada dependienta de las ópticas a las que iba. O “¡Oh, que feo lo que le paso a tus lentes!” ahora no fue la excepción, luego de la frase típica, la dependienta le hizo un presupuesto. Sólo los cristales salían $57.000. Ya iba bajando el precio, pero tomando en cuenta que era la Óptica de Los Dos Apellidos Alemanes, no iba a encontrar marcos muy baratos. Continuó con su periplo. Mientras visitaba distintas ópticas, más iba bajando el precio, según su ubicación geográfica: Mientras más al poniente, más barato. También se percató de una cosa: No hay óptica que se precie de tal si no tiene un nombre o apellido alemán. Si no es así, no tienen estilo, al parecer. Luego de visitar miles de ópticas, con nombres alemanes o no, se encontró otra vez en la Ruta de las Ópticas. Donde volvió a encontrar al Místico Personaje. Esta vez, receta en mano, Hermenejildo sucumbió al hechizo de esa exótica presencia, lo siguió hasta un recóndito lugar. Adivinen lo que le dijo la dependienta. Luego de eso, la dependienta le ofreció armazones para elegir, para hacer un presupuesto completo, Hermenejildo eligió el que más le gusto. “A ver”, dijo la dependienta, quien al final era la dueña de la tienda, mientras hacía la mímica de sacar cálculos. “$32.000” dijo finalmente. “¡32 mil!” Repitió Hermenejildo asombrado “¿Y con antirreflejo? “40 mil” contesto la dependienta. Finalmente Hermenejildo eligió sin antirreflejo, ya que en ese caso se los tenían listos en dos horas, mientras que con el tratamiento se demorarían hasta el lunes. Y los necesitaba con suma urgencia. “Ya, entonces a las 8 están listos” le dijo la dependienta “Ok, entonces a esa hora vengo”, dijo mientras pagaba “Esto tiene que ser una lavandería, definitivamente” pensaba Hermenejildo mientras salía a la calle. Quedaban 2 horas. En ese rato aprovechó de llamar a la gente que estaba en la celebración de Licenciada Petronila, quienes a todo esto lo habían estado llamando todo el día, no para preguntarle como estaba, sino que para presionarlo a que se fuera luego para allá. Ya estaba acostumbrándose a eso... Luego, leyó un rato, entre las grietas del vidrio, mirando impacientemente el reloj. Y llegó la hora señalada. Se dirigió a la óptica: “Uy, hubo un problema” dijo la dependienta, “al niño que ensambla los lentes se le quebró un cristal, justo cuando cerró el laboratorio, y no abre sinó que hasta el lunes” “Demonios!” pensó. “¿Pero, no hay nada que pueda hacerse? dijo nuestro héroe mientras ponía su mejor cara de tragedia “Es que los necesito con urgencia” Al ver esto, la dueña se conmovió y dijo que fuera a buscarlo al día siguiente, al mediodía. Se dirigió con la pena de su alma hacia la celebración de Petronila, en la casa de Porfirio del tránsito. Lo pasó bien, claro, pero pensaba constantemente en sus lentes, así, se fue a dormir en la cama de uno de los hermanos de Porfirio. No cabía en ella. Fue la sensación mas extraña, hace mucho tiempo que no quedaba grande en una cama. Tuvo que dormir solo, porque no podía estar en otra posición que no fuese la fetal, so pena de golpear sus pies contra el velador, o contra los pies de Tristán que dormía en la cama contigua, ambas cosas le ocurrieron, y Tristán estaba muy asustado con eso. Se quedo dormido, despertó, antes que nadie para ir a buscar sus lentes. Llegó a la óptica. Al fin estaban. Se los puso instantáneamente, se veía mucho mas vanguardista con ellos. Estaba muy contento. Así, por fin se dirigió a disfrutar tranquilamente de una tarde de relajo, comilonas y mas viajes con bolsos gigantes. Recibió opiniones encontradas de sus nuevos anteojos, más él estaba contento, y eso era lo importante... pero, repentinamente, notó un descascaramiento en el marco de sus anteojos...
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Anoche descubrí que aún en Fomelandia hay lugares interesantes. Aunque tengan nombres charchas "La Chela" shiaaa. Igual te venden Heineken de litro, y se agradece. Me acordé del Crucero. Claro que seguramente depende de la compañía que tengas. Los rallies nocturnos tambien son demasiado interesantes (cuando vas en una estupenda 4x4)
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Hoy terminó la navidad en mi casa. Le tuve que poner fin. Los osos estan ahora en una caja, junto con los viejos pascueros.

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Ahora escucho: Takako Minekawa- Metromúsica

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